Monday, June 13, 2016

De la misericordia… al orgullo.

Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra. Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes. Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne. Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con toda carne que hay sobre la tierra.” (Génesis 9: 13-16)

Por causa de la maldad humana, Dios había hecho perecer bajo las aguas a todos, salvo a Noé y a los suyos, en total, ocho personas (1Pedro 3:20). Nunca más lo hará. No de ese modo. Parece imposible a los ojos de la ciencia, pero sabemos por las Escrituras que hasta entonces no había llovido en la tierra (Génesis 2:5-6), lo cual explica que la gente no creyera a Noé durante el largo período en que construyó el arca (2Pedro 3:3-7). Así, sin lluvia, ningún hombre había visto tampoco lo que hoy llamamos el “arcoíris”, un fenómeno físico que presenta los diversos colores del espectro solar y que aparece a veces en el cielo debido a la refracción y reflexión de la luz del sol en las gotas de lluvia contenidas en la atmósfera y que unidas forman nubes. Según el relato del Génesis, el Creador de todas las cosas lo diseñó y lo puso en el cielo como un recordatorio continuo de su promesa de no volver a destruir a la humanidad con una inundación.


¿Por qué un arco?

La palabra arco, usada tres veces en Génesis 9:13-16, es la misma que se emplea en muchas otras porciones de las Escrituras para referirse al arco con que se lanzan flechas, un arma de guerra destinada a producir la muerte de los enemigos (v.g. Génesis 21:20, 27:3, 48:22, Josué 24:12, 1Samuel 18:4, 2Samuel 1:22, 22:35, 1Reyes 22:34). Este es un poderoso y vivo recuerdo del poderío divino trayendo juicio mortal contra todos aquellos que persisten en su propia maldad y se revelan así contra Él. Dios, pues, mantiene hasta hoy en exhibición, en lo alto, una representación de sus armas de guerra, en recuerdo de que ha prometido abstenerse de usar una de ellas para destruir a la humanidad en su conjunto.

Esta portentosa señal en el cielo muestra, así, que el Dios del universo ha decidido misericordiosamente detener su mano y no desplegar su poder para hacer morir a la humanidad bajo el agua, a pesar de merecerlo “por cuanto todos pecaron” (Romanos 3:23).  Sin embargo, Dios aún puede traer -y de hecho traerá- juicio de muerte contra los que se resisten a la fe, no se arrepienten de su maldad, aborrecen la luz y no vienen “a la luz, para que sus obras no sean reprendidas” (Juan 3:20). Sin ir más lejos, años más tarde, Dios hizo llover fuego y azufre contra las ciudades de Sodoma y Gomorra a causa de la irrefrenable maldad de sus habitantes (Génesis 19: 24-25). Hoy, haciendo eco de las advertencias de Jesús luego de la calamidad sufrida por unos galileos, no podemos pensar que aquellos hombres “porque padecieron tales cosas, eran más pecadores” que nosotros. “Les digo: No, –añadió el Señor- antes, si no se arrepienten, todos perecerán igualmente” (Lucas 13: 2-3).


Un arma en la bandera

En tiempos recientes, desde hace unos cuarenta años, aquel arco puesto en las nubes ha venido siendo empleado como bandera del denominado movimiento LGBT (lésbico, gay, bisexual, transgénero) y como símbolo del llamado “orgullo homosexual”. Sus diferentes colores simbolizan, desde la particular perspectiva de sus integrantes, la diversidad; en concreto, la amplia gama de posibilidades en el ámbito de las preferencias sexuales humanas.

¡Los defensores y promotores de estos estilos de vida alternativos han puesto en su estandarte el símbolo del poderío de Dios contra los pecadores! ¡Han tomado por bandera la representación de las armas divinas que el Señor -por ahora- no está usando contra los transgresores que pueden verlas todavía!

En su segunda carta, el apóstol Pedro escribió bajo inspiración divina que “en los postreros días” vendrían “burladores, andando según sus propias concupiscencias” que pondrían en duda que el Señor vaya a volver para juzgar a la humanidad. Y agregó: “estos ignoran voluntariamente que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (2Pedro 3: 3-7)

Dios pues, no volverá a inundar la tierra, ¡pero un día va a hacerla perecer en el fuego! Y su arco en las nubes, lejos de indicar su beneplácito con la diversidad de formas en que se puede pecar contra él -sean sexuales o de cualquier otro tipo-, debe ser un recordatorio constante de que el Señor cumple siempre sus promesas: tanto las relacionadas con su misericordia, como las asociadas a su justicia. Y que “el día del Señor vendrá como ladrón en la noche, en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas”. (2Pedro 3:10)


Mirando el arcoíris

Por tanto, todos deberíamos ver el arcoíris como una muestra gloriosa de la misericordia de Dios, por la cual “no hemos sido consumidos” (Lamentaciones 3:22). Lejos de avalar la diversidad de pecados que el hombre de hecho comete en cualquiera de sus esferas, el arco de Dios apunta más bien hacia “las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad” que muchos menosprecian en lugar de dejarse guiar por ellas “al arrepentimiento”. Por tal “dureza” y “corazón no arrepentido”, los que persisten en afrentar a Dios atesoran para sí mismos “ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que perseveran en bien hacer… pero ira, enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad… tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo… pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno”, sea éste quien fuere (Romanos 2:1-11).

Usar la misericordia de Dios como símbolo de orgullo por el pecado es, sin duda, la peor de las blasfemias. “Dios es juez justo, y… está airado contra el impío todos los días. Si no se arrepiente, él afilará su espada; armado tiene ya su arco, y lo ha preparado. Asimismo ha preparado armas de muerte…” (Salmo 7: 11-13). No es falta de amor decirlo. Sería falta de amor callarlo. Oh, que esta sea una advertencia a tiempo para que todo hombre, sea cual fuere su maldad, busque “a Dios mientras puede ser hallado”, y le llame “en tanto que está cercano” (Isaías 55:6), recordando que Él envió a su Hijo a morir en una cruz para llevar sobre sí el peso de los pecados de todo aquel que en él cree, para librarles del justo pago por su maldad, dándoles en cambio el regalo de la vida nueva y eterna en Él.

El juicio de Dios ciertamente está en pausa. Pero un día, vendrá. “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!” (2Pedro 3:11-12). Y “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Hebreos 10:31)


Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. (Romanos 5:8)

Wednesday, August 13, 2014

Elige vivir.

Como es de todos sabido y según su esposa ha permitido que se haga público, el afamado actor Robin Williams decidió quitarse la vida. Sucesos como estos, que conmocionan a la opinión pública, traen inevitablemente consigo una pregunta: ¿cómo es que alguien con tanta fama, prestigio, dinero, comodidades y lujos, puede llegar al punto de tomar semejante decisión?

Hace un par de años, mientras caminaba con mis padres por las calles de Nueva York, una multitud miraba hacia un edificio en cuya cima se podía ver a un hombre sentado sobre el borde. Los telediarios informaron más tarde que se trataba de un hombre que quería suicidarse a causa de que una editorial se había rehusado a publicar un libro de su autoría.

En tiempos de Jesús fue uno de sus discípulos, el apóstol llamado Judas Iscariote, quien tomó esa misma decisión. La decepción que se provocó a sí mismo al haber entregado a un hombre inocente abatió su conciencia a tal grado que no pudo resistir, de modo que prefirió quitarse la vida antes que seguir viviendo con tan amargo recuerdo.

Un famoso como Williams, un hombre afrontando el fracaso como el suicida del edificio en Nueva York, y un religioso que anduvo con Jesús durante tres años como Judas Iscariote, los tres, tienen algo en común: eligieron morir. ¿Por qué?

Propongo tres respuestas a tal interrogante:

1-     Porque la razón de vivir no está en lo que posees.
2-    Porque la razón de vivir no está dentro de ti.
3-    Porque la razón de vivir no está en tu propia búsqueda de Dios.


La razón de vivir no está en lo que posees.

Durante su andar entre nosotros, Jesús nos dejó valiosas lecciones sobre nuestro propio caminar en este mundo. Una de ellas tiene que ver con la satisfacción y el contentamiento. La insatisfacción es uno de los peligros más graves y ocultos en el corazón del hombre; es el pecado que no se ve, el décimo del decálogo: la codicia. Si te dejas llevar por la codicia, sentirás que nunca tienes lo suficiente, y que lo que quieres es inalcanzable. La codicia produce neblina alrededor del precipicio, nubla y enceguece el buen juicio. Uno de sus síntomas es la avaricia, que no consiste solamente en negarte a compartir lo que tienes, sino sobre todo en creer que lo que posees le da valor a tu vida. Es por eso que Jesús nos enseñó:

“Miren, y guárdense de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. (Lucas 12:15).

Jesús quería producir en nosotros la convicción de que la abundancia de bienes no puede convertirse en nuestra razón para vivir, pues si lo fuera, estaríamos permanentemente insatisfechos, dado que aún el hombre más rico siempre puede tener más. Todo creyente, sin embargo, lucha contra la inclinación carnal de afanarse todos los días por la obtención de posesiones para la vida, razón por la cual Jesús advirtió y animó a los suyos diciendo:

“No se afanen por su vida, qué comerán; ni por el cuerpo, qué vestirán. La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido”. (Lucas 12:22-23).

Nuestra razón de vivir, ciertamente, tiene que ver con lo que atesoramos cada día. Es por eso que nuestro tesoro debe ser Dios. Y Dios solamente.

“Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. (Lucas 12:34).


La razón de vivir no está dentro de ti.

Cuando llega el desánimo, vienen también los imparables cuestionamientos internos. Y con ellos, también, razones de sobra para desear la muerte. En tales circunstancias queda claro que la razón de vivir no puede estar dentro de nosotros.

“El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”.  (1 Juan 5:12).

Sólo se puede decir que tienes la vida si Cristo está en ti. Si tienes a Cristo y tienes la vida, entonces aprecias la vida a pesar de las dificultades. Es entonces cuando las tempestades y los fracasos que sufrimos cobran sentido: las pérdidas, el dolor, las pruebas y las tribulaciones que padecemos contribuyen a formar el carácter de Cristo en nuestras vidas. Sin él, todo parece acabado; con él, todo es formación. Sin él, todo luce vacío; con él, todo está completo.

Judas por su parte, careciendo del Hijo, se ahorcó en un madero porque la ley demanda que el agresor sufra el mismo castigo que su víctima inocente, que en este caso fue entregada a morir en un madero. Sin Cristo, Judas tomó el castigo y se condenó al mismo infierno. Con Cristo, Judas habría corrido a refugiarse a la cruz, al madero donde nuestro sustituto llevó sobre sí el pecado del engaño y de la traición para que todo aquel que en Él cree tenga vida. Es claro que Judas se quitó la vida porque trató de encontrar en sí mismo lo que sólo puede ser hallado en la cruz: la razón de vivir que sólo está en Cristo.


La razón de vivir no está en tu propia búsqueda de Dios.

Muchos buscan a Dios “a su manera”. Pero a su manera, jamás lo encontrarán. Dios no sólo está en las bendiciones, o en las respuestas a nuestras oraciones. Dios no sólo está cuando todo sale bien, o cuando alguien a quien amamos sana de su enfermedad. Dios no sólo está cuando todo funciona, o cuando alguien nos provee el dinero o el bien material que necesitábamos. Dios no sólo está cuando nosotros queremos que esté. Dios está siempre.

Todos dicen amar a Dios cuando todo está a su favor, cuando este mundo les sonríe, cuando todo marcha viento en popa. Pero cuando las cosas salen al revés, cuando viene la adversidad, muchos terminan por pensar que Dios es un mito, o que sólo reinó en los buenos tiempos. En contraste, luego del peor momento de su vida, el gran rey Nabucodonosor expresó:

“Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según us voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano y le diga: ¿Qué haces?” (Daniel 4:35)


Es Dios quien busca al hombre. No es el hombre quien busca a Dios. Si alguien está perdido y es hallado, este es el hombre. No Dios. Por tanto, no es tu propia búsqueda de Dios, ni tu propio concepto de él, ni tu manera de relacionarte con él, lo que le dará sentido a tu vida. La razón de vivir, pues, no está en lo que posees, tampoco está dentro de ti, ni en tu propia búsqueda de Dios. La única y verdadera razón de vivir en este mundo es Cristo, Aquel que dejó su trono en el cielo y bajó a buscarte. Porque el perdido aquí eras tú. ¡Elige vivir!

Thursday, February 27, 2014

¿Es bíblica la frase; “Dios aborrece el pecado pero ama al pecador”?

¿Es bíblica la frase; “Dios aborrece el pecado pero ama al pecador”?

Mahatma Gandhi (“Hinduista”, tercera religión mas grande del mundo) dijo esto: “Odia el pecado, no al pecador.” Tiempo después dicha frase fue tomada por muchos cristianos y en sus pulpitos y predicas la mencionan así: Dios aborrece el pecado pero ama al pecador.

Lo interesante es que muchos dicen “Como dice la biblia” Cuando realmente dicha frase no esta en la Biblia y no es bíblica como muchas otras mas, que lastimosamente muchos dicen “En la biblia dice” como si estuviesen simplemente citando un versículo bíblico. Por ejemplo:

-Dios dice: Ayúdate, que yo te ayudaré.
-En la multitud de los consejeros está la sabiduría.
-Abraham, el padre de la fe.
-Dios habita entre las alabanzas de su pueblo.
-El diezmo es del Señor.
-Ni una hoja de un árbol se cae si no es la voluntad de Dios.
-Con la sombra de Pedro se sanaban los enfermos. (Por mas que quieras que diga eso NO dice eso)
-Predicador predícate a ti mismo.
-Sonríe, Dios te ama.

Esta famosa frase que dice: “Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador.” Es un dicho conocido entre muchos, porque suena bien, pero nosotros no podemos adjudicar palabras a Dios, solo porque suenen “bonito” la biblia dice:
“1 Pedro 4:11  Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.”

Esta frase diseñada en el corazón de un hombre que no conocía a Dios, ni su palabra “Mahatma Gandhi” No proviene de la boca de Dios. Pero estas si provienen de la boca de Dios:

Habacuc 1:13  Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio; ¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él,

Salmos 5:4-6 4 Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; El malo no habitará junto a ti. 5  Los insensatos no estarán delante de tus ojos; Aborreces a todos los que hacen iniquidad. 6  Destruirás a los que hablan mentira; Al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová.

Proverbios 11:20  Abominación son a Jehová los perversos de corazón; Mas los perfectos de camino le son agradables.

Salmos 7:11  Dios es juez justo, Y Dios está airado contra el impío todos los días.
 Esto no significa que Dios es cruel, Dios abomina al pecador es porque El es Justo. Dios es juez justo, por lo tanto, abomina al pecador. Dios no mandara el homosexualismo al infierno el mandara al homosexual, no mandara el robo al infierno el mandara al ladrón. Esto no se trata de crueldad, sino de plena justicia.
Aquí no dice que la ira de Dios se manifiesta sobre el pecado, dice que la ira de Dios se manifiesta sobre el pecador! Bien, no confundan, el odio de Dios no es como el odio de nosotros, que somos egocéntricos, egoístas, Su odio es una reacción de un Dios Santo y bueno en contra de los hombres que son viles.

Juan 3:36  El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.
Efesios 5:6  Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.

Este es un ejemplo claro de el Dios de las escrituras:

“Estando los hijos de Israel en el desierto, hallaron a un hombre que recogía leña en día {sábado} Y los que le hallaron recogiendo leña, lo trajeron a Moisés... Y Jehová dijo a Moisés: Irremisiblemente muera aquel hombre; apedréelo toda la congregación fuera del campamento. Entonces lo sacó la congregación fuera del campamento, y lo apedrearon, y murió, como Jehová mandó a Moisés". (Números 15:32-33, 35-36).

¿Ama Dios al pecador pero aborrece el pecado? Si fuera así, el Dios verdadero fuera un Dios universal y moralista, tienes que aprender a conocer a Dios tan amoroso como que no tuviera ira, y tan airado como que no fuera amoroso, el Dios de la biblia mata y no pide perdón, y ama y no pide permiso. Y este Dios juzgara a las naciones, y créeme no mandara el pecado al infierno si no al pecador.

Salmos 7:11  Dios es juez justo, Y Dios está airado contra el impío todos los días.